La mayor parte de la humanidad, está siendo engañada por el genio del mal; que quiere destruir sus vidas, es una mente brillante llamada diablo o Satanás. Sin embargo, este príncipe de las tinieblas, es mucho más peligroso de lo que usted pueda imaginar... algunos dicen que él, es sólo una errante figura mitológica. Sin embargo, la Biblia enseña, que es un ser muy real y que está engañando a familias, iglesias e incluso a naciones enteras para aumentar la cantidad de sufrimiento y dolor. ¡Aquí presentamos los hechos asombrosos, que el libro de Dios, la Biblia, presenta acerca de este príncipe de las tinieblas y de lo que el hombre puede hacer, para vencerlo! Satanás, desea que las personas lo adoren. Incluso, intentó persuadir al Señor Jesús, para que lo hiciera.
Distintas ciencias, han tratado de encontrar una definición precisa, para describir al hombre. La más clásica, es la del sistema sociológico de Linneo: homo sapiens; es decir, “el hombre que saborea, paladea, prueba las cosas”. No se trata tanto del hombre “sabio”; sino, del que tiene la facultad de “paladear” lo que le agrada o lo que le disgusta. (En la psicología moderna, Jaspers utiliza esta misma definición). Darwin, denominó al hombre: homo faber; es decir, aquél que con su técnica, transforma la naturaleza. Para Freud, el hombre era: el homo psychologicus o el homo libidinosus. Para Carlos Marx: el homo economicus. Finalmente, para Tomás de Aquino, se trata del: homo religiosus.
EL HOMBRE, ES LA IMAGEN DE DIOS; CREADO, PARA TENER DOMINIO.
La Biblia afirma, que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1.27).
El hombre, ha sido creado en familia. Por lo común, la plena humanidad, se da en la relación hombre-mujer. Es en esa relación, que se da la imagen de Dios; que es básicamente, una dimensión moral. Sin la presencia de otra persona, el hombre no podría ser humano, por eso: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1.26-27).
Como lógica consecuencia de los propósitos de Dios, no puede ser él, si no existe alguien a quien conocer como ella. La humanidad plena del hombre, se da a través de su capacidad para el encuentro con otra persona, a nivel horizontal (comunión) y con Dios a nivel vertical (adoración). Por eso, Dios creó al hombre, como un ser moral.
Dios tenía una razón muy, real para la creación del Hombre (varón y hembra). Tenía un plan y propósito maravillosos para ellos. El relato de Génesis 1 y 2 y el del Salmo 8; presentan al hombre, según la intención original de Dios. Es el representante de Dios sobre la tierra, la corona de la Creación, el único ser de la Creación, con el cual Dios puede establecer una relación muy personal. Además, debido a que Dios es amor; Él desea tener seres de corazones y mentes semejantes a Él, con quienes pudiera compartir Su eternidad.
En Génesis 1.26 se enseña, que el hombre es creado a imagen de Dios, para que pueda controlar toda la creación… Es lógico que el hombre ha sido provisto para este propósito, porque aun los gobernantes terrenales, cuando no pueden estar presentes en persona; usualmente colocan sus representantes, como señales de majestad.
LUCIFER.
Dios creó muchas cosas maravillosas antes de que creara los cielos y la tierra. Entre ellas están los ángeles: seres espirituales cuyo propósito es cumplir la voluntad de Dios. Los ángeles adoran a Dios y le sirven continuamente: “Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.” (Apocalipsis 5.11-14)
No obstante, cuando Lucifer, uno de los líderes angélicos, entendió acerca del plan de Dios para crear al hombre, se reveló contra Él. Él quería estar por encima del trono de Dios. Él quería la posición y autoridad, que Dios había planeado para la humanidad. Quería reinar sobre toda la creación por sobre el trono de Dios en el cielo.
Cuando Lucifer se reveló, Dios lo expulsó del cielo. Al mismo tiempo, una tercera parte de los ángeles se unieron a su rebelión y fueron expulsados con Lucifer:”… y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese.” (Apocalipsis 12.4)
Cuando Lucifer se reveló, Dios lo expulsó del cielo. Al mismo tiempo, una tercera parte de los ángeles se unieron a su rebelión y fueron expulsados con Lucifer:”… y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese.” (Apocalipsis 12.4)
Lucifer fue lanzado del cielo a la tierra, donde ahora es conocido como “Satanás o el Diablo”. Separado de la gloria de Dios el Creador, él perdió la hermosura y luz con la que antes se vestía: “…Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector. Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti. Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran. Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siempre dejarás de ser.” (Ezequiel 28.12-19)
LA TENTACIÓN.
Dios, dio a la primera pareja (Adán y Eva), la autoridad para reinar sobre toda la tierra y para que la mantuvieran bajo su dominio. A fin de mantenerlos a salvo de Satanás y sus espíritus del mal, Dios plantó dos árboles especiales en el jardín de Edén, donde Adán y Eva vivían. Dios los llamó ‘El árbol de la vida’ y ‘el árbol de la ciencia del bien y el mal’ “Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal… mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.” (Génesis 2.9, 17).
El árbol de la vida representaba la vida y autoridad de Dios mismo, así que al comer de su fruto, Adán y Eva serían llenos cada vez más de la fortaleza, amor y gloria de Dios. El árbol de ciencia del bien y del mal representaba la vida y autoridad de Satanás, y mientras Adán y Eva no comieran de su fruto, estarían a salvo de los espíritus del mal que poblaban la tierra. El dominio de toda la creación siempre estaría en sus manos, si obedecían el mandato de su amoroso creador: “Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas.” (Hebreos 2.8). “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2.15-17).
No obstante, Satanás engañó a Eva. Él le dijo que el árbol de la ciencia del bien y del mal no era realmente malo como Dios le había dicho, por el contrario, el comer de su fruto abriría sus ojos y los convertiría en dioses. Ella creyó su mentira y comió de su fruto. Adán, aunque sabía que era una mentira, también comió del árbol: “…y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión.” (1 Timoteo 2.14).
Fue pecado comer de la fruta, porque era un rechazo directo, de uno de los pocos requisitos que Dios, le puso al hombre. “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella” (Génesis 3.6).
Pero también, fue una rebelión abierta contra la ley de Dios y su autoridad. Al rechazar uno de los mandamientos de Dios; esto hizo implícitamente, que Adán y Eva se aliaron con Satanás, el enemigo de Dios y así trajeron separación entre Dios y ellos: “…pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.” (Isaías 59.2).
Satanás esperaba que la pareja pecara y luego comiese del árbol de la vida y así se convirtieran en pecadores inmortales. Pero Dios los sacó del jardín para prevenir tal tragedia.
EL RESULTADO.
A través de aquel simple acto de pecado, el hombre perdió la gloria de Dios, además del dominio que ejercía sobre la creación. Entonces, Satanás tomo el trono del cual Adán y Eva, habían sido sacados; para ejercer su reino de terror, destrucción, muerte sobre la tierra y sus habitantes: “…como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron…” (Romanos 5.12). “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.” (Hebreos 2.14-15).
Todas las generaciones que sucedieron a Adán y Eva heredaron su naturaleza caída. Todas hemos caído bajo el poder y dominio de Satanás. “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Efesios 2.1-3).
El corazón de las personas en todas partes, hoy en día está lleno de:
1. Idolatría.
Satanás, ha estado presente desde el comienzo mismo, de la primera religión falsa. La religión falsa, es cualquier intento, por más sincero que sea; de llegar a Dios, por esfuerzo propio. Esto se observa, en la historia de Caín y Abel. Caín intentó agradar a Dios por esfuerzo propio; mientras que Abel ofreció a Dios, un sacrificio mejor que el de Caín, un sacrificio por la fe: “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.” (Hebreos 11.4)
Satanás, ha estado presente desde el comienzo mismo, de la primera religión falsa. La religión falsa, es cualquier intento, por más sincero que sea; de llegar a Dios, por esfuerzo propio. Esto se observa, en la historia de Caín y Abel. Caín intentó agradar a Dios por esfuerzo propio; mientras que Abel ofreció a Dios, un sacrificio mejor que el de Caín, un sacrificio por la fe: “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.” (Hebreos 11.4)
El designio del maligno, es desviar el corazón humano, de la adoración al verdadero Dios. A causa del pecado, el hombre tiene un sentir innato, de que existe una distancia entre él y Dios. El diablo se aprovecha de este hecho e insta al hombre, a procurar cerrar la brecha con sus propias obras. El resultado, es la idolatría. El diablo sabe, que mientras que el ser humano rinda culto a otros dioses, no puede adorar al verdadero Dios. Cuando otra cosa, toma el lugar de Dios en la vida, el corazón está dividido y el diablo está contento. “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles” (Romanos 1.21-23).
2. Inmoralidad.
Se aclara, que moralismo, no es lo mismo que moralidad. Los moralismos son relativos, pero la moralidad, es absoluta; porque tiene que ver, con la esencia del ser humano. La moralidad, no consiste solamente en someterse a las leyes humanas; porque, a la luz de Jesucristo, éstas pueden ser injustas. La moralidad tampoco consiste, en someterse a las costumbres de una denominación religiosa; algunas de las cuales, tienen mucho legalismo y poco amor. El imperativo moral del Evangelio, consiste en someterse cada persona, a grabarlo en su propia naturaleza, como imagen de Dios. “Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío” (Romanos 1.24-27).
Se aclara, que moralismo, no es lo mismo que moralidad. Los moralismos son relativos, pero la moralidad, es absoluta; porque tiene que ver, con la esencia del ser humano. La moralidad, no consiste solamente en someterse a las leyes humanas; porque, a la luz de Jesucristo, éstas pueden ser injustas. La moralidad tampoco consiste, en someterse a las costumbres de una denominación religiosa; algunas de las cuales, tienen mucho legalismo y poco amor. El imperativo moral del Evangelio, consiste en someterse cada persona, a grabarlo en su propia naturaleza, como imagen de Dios. “Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío” (Romanos 1.24-27).
3. Toda CLASE de Maldad.
Uno de los grandes problemas contemporáneos, es la terrible crisis moral que embarga al mundo. La sociedad inmoral en que se vive. Es necesario que cada cristiano, luche con firmeza, por un nuevo orden moral. La moralidad personal y social, es indispensable. La moralidad, es un ingrediente fundamental del hombre nuevo y de la nueva humanidad. “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación,
Uno de los grandes problemas contemporáneos, es la terrible crisis moral que embarga al mundo. La sociedad inmoral en que se vive. Es necesario que cada cristiano, luche con firmeza, por un nuevo orden moral. La moralidad personal y social, es indispensable. La moralidad, es un ingrediente fundamental del hombre nuevo y de la nueva humanidad. “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación,
perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican” (Romanos 1.28-32).
EL GRAN PLAN DE DIOS PARA LA RESTAURACIÓN.
¡Imagínese, lo terrible que sería estar a la deriva en un océano, infestado de hambrientos tiburones! Luego imagine también, lo hermoso que sería, ser rescatado desde el aire y llevado a un lugar seguro. Lo cierto, es que cada ser humano en este planeta está perdido, en un mar lleno de peligros. Se necesitaba urgentemente, que se enviara a alguien para realizar un rescate; no mediante un bote o un helicóptero; sino uno que venga de parte de nuestro Padre Celestial. Dios ama tanto al hombre, que envió a su Hijo a salvarnos. Usted lo ha oído, probablemente con anterioridad; pero ¿está seguro que entiende plenamente este tema? ¿Qué significa para usted, y cómo puede cambiar su vida? ¡Siga estudiando y entérese!
Dios no abandonó al hombre por causa de su pecado. ¡No!, en lugar de ello, Él puso en acción otro gran plan: el plan para salvar al hombre del poder de Satanás y volver a colocarlo en su lugar original de hijo y poder compartir todo Su trono con él. Así que, comenzó a preparar al mundo para el advenimiento del Salvador: Jesús. “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15.22).